jueves, 14 de octubre de 2010

LOS TOLDOS 1810-1910, TODO ES NOSTALGIA - Cap. 1 y 2 -

“No hay peor nostalgia que añorar lo que
  nunca jamás sucedió” Joaquín Sabina
1. Doscientos años no es nada
Tardé años en entender la frase del tango “Volver”, creado por Gardel y Le Pera: “Sentir… que es un soplo la vida, que veinte años no es nada…” y un solo minuto, que doscientos tampoco.
Un suave y tibio aroma envuelve la cercanía de la Panadería La Blanqueada, en el límite entre Los Toldos y la Tribu de Coliqueo. Hoy, como siempre. Como todos los días desde 1904. Solamente hay que respirar para saborear una galleta. Me imagino que es la misma sensación que sentía mi abuela buscando con la mirada a su padre, el bisabuelo Antonio, amasando fideos en la trastienda. Entonces, puedo volar y ver el día en que nuestra Patria cumplía cien años. El carro del reparto alejándose al trotecito lento entre el laberinto de los caminos de la tribu. Jinetes atando sus caballos al palenque. Un sulky surcando huellas con sus finas ruedas. Peatones inquietos. Nadie es autóctono. Son indios, inmigrantes y gauchos que vinieron de otro lado. En esa estampa de 1910, de mujeres con polleras que barrían el piso y hombres musculosos, se puede percibir la añoranza del pasado. Un pasado que los hacía convivir con otras culturas.
2. ¿Un lugar sin nombre?
Cuando la Revolución de Mayo de 1810 estallaba en Buenos Aires, este rincón de la llanura  era territorio de los indios pampas, ellos mismos se denominaban het, eran nómades y buenos cazadores. Ignoramos como nombraban al lugar, acorralados por el avance de las fronteras mudaron sus tolderías, y luego fueron diezmados por las epidemias y las campañas al desierto. Estas desgracias, facilitaron  la invasión araucana de sus territorios, y la mapuchización de su cultura, por lo cual es muy difícil encontrar rastros de su idioma original, sus dialectos y sus tradiciones. Los supervivientes pampas se mezclaron con otras etnias y  los conocimos como ranqueles. En un plano de 1827, se señala el lugar como “Médanos de Agua”. Posteriormente, hacia 1852, las tierras se entregaron en enfiteusis al teniente Adriano Díaz,  que muerto en combate dejó su casa abandonada, por lo que se comenzó a nombrar al lugar  Tapera de Díaz. Las tierras retomaron su condición de fiscales, hasta ser solicitadas por Coliqueo. La enfiteusis es un arrendamiento a largo plazo, una figura jurídica con raíces sociales. En el caso de Argentina, con los liberales al poder, no se hizo por convicción de los ideales, sino porque las tierras estaban hipotecadas por deudas con los ingleses.  Para entrar en contexto de la primera época, nada mejor que citar el inicio del capítulo “La Pampa convulsionada” de “Coliqueo, el indio amigo de Los Toldos”, escrito por P. Meinrado Hux: “Anarquía en la pampa. Los vientos pampeanos tampoco soplaban suavemente. Entre los médanos asechaba la muerte al indio y al blanco, muerte de boleadora, de lanza y facón.”

BICENTARIO DE LA PATRIA - ENSAYOS-